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Mirando a...

Leyendas Chinas IV

Una vez confirmado, planificado y decidido el viaje a China de septiembre y, en medio de prácticas que no dejan mucho tiempo para actualizar esto. Dejo aquí la cuarta de las leyendas chinas, en este caso, recuperada en un viaje por el escritor Herman Hesse.

Esto se cuenta acerca de Meng Hsie.

Cuando supo que últimamente los artistas jóvenes se ejercitaban en colocarse cabeza abajo, decían que para ensayar una nueva visión, inmediatamente Meng Hsie practicó también este ejercicio. Y después de probarlo un rato declaró a sus discípulos:

-Cuando me coloco cabeza abajo se me presenta el mundo bajo un aspecto nuevo y más hermoso.

Esto se comentó, y los jóvenes artistas se ufanaban no poco de que el anciano maestro hubiese respaldado así sus experimentos.

Se sabía que apenas hablaba, y que enseñaba a sus discípulos no mediante doctrinas sino con su simple presencia y su ejemplo. Por eso sus manifestaciones llamaban mucho la atención y se difundían por todas partes.

Poco después de que aquellas palabras suyas hubiesen hecho las delicias de los innovadores y sorprendido e incluso indignado a muchos de los antiguos, se supo que había hablado otra vez. Contaban que había dicho:

-Es bueno que el hombre tenga dos piernas, porque ponerse cabeza abajo no favorece la salud. Además, cuando se incorpora el que estuvo cabeza abajo el mundo se le representa doblemente más hermoso que antes.

Estas palabras del maestro escandalizaron a los jóvenes antipodistas, que se sintieron traicionados o burlados, y también a los mandarines.

-Tal día dice Meng Hsie tal cosa, y al día siguiente dice lo contrario -comentaban los mandarines-. Es imposible que ambas sean verdaderas. ¿Quién hace caso del anciano cuando le flaquea el entendimiento?

Algunos fueron a contarle al maestro lo que decían de él tanto los innovadores como los mandarines. Él se limitó a reír. Y como sus seguidores le demandaran una explicación, dijo:

-La realidad existe, pequeños míos, y ésa es incontrovertible. Verdades, en cambio, es decir, opiniones acerca de la realidad expresadas mediante palabras, hay muchas, y todas ellas son tan verdaderas como falsas.

Y por mucho que insistieron, los discípulos no consiguieron sacarle una palabra más.

2 comentarios

Belcia Beltran -

Reaparezco en el blog para decir: ¡están locos estos chinos!

Que no te pongan cabeza abajo, ni de rodillas, ni mirando a Cuenca ni nada, ¿eh?
Que los chinos con la tontería de sus leyendas y su sabiduría se aprovechan de ti y eres pequeño.

¡Uy ya no te queda ná para ser chino!

Besitos!

Glo -

Me gusta mucho el relato, hay tantas verdades como hechos en el mundo, o diversas visiones de una misma realidad.
Sólo una duda, en el cuarto párrafo en letra roja, realmente querías decir ufanaban o algo así como mofaban o burlaban?
Un besito!!